El amor
y la locura de Eduardo Galeano
Cuentan
que una vez se reunieron todos los Sentimientos y Cualidades de los hombres en
un lugar de la tierra. Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez,
la Locura, como siempre tan loca, les propuso. “Vamos a jugar a las
escondidas!” La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad sin poder
contenerse preguntó: ¿”A las escondidas”?, y ¿Cómo es eso? “Es un juego” –
explicó la Locura–, en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno
hasta un millón mientras ustedes se esconden, y cuando yo haya terminado de
contar, al primero de ustedes que encuentre ocupará mi lugar para continuar el
juego.
El
Entusiasmo bailó secundado por la Euforia, la Alegría dió tantos saltos que
terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le
interesaba nada.
Pero
no todos quisieron participar: La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para que? si
al final la hallaban. La Soberbia opinó: que era un juego muy tonto (en el
fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la
Cobardía prefirió no arriesgarse. —-Uno, dos, tres, cuatro,… comenzó a contar
la Locura…
La
primera en esconderse fue la Pereza, que como siempre se dejó caer tras la primera
piedra en el camino. La Fe subió al cielo y la Envidia se escondió tras la
sombra del Triunfo, que, con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa
del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse, pues cada
sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: — ¿Que si
era un lago cristalino? ideal para la Belleza. — ¿Que si la rendija de un
árbol? perfecto para la Timidez. — ¿Que si el vuelo de la mariposa? Lo mejor
para la Voluptuosidad. — ¿Que si una ráfaga de Viento? magnifico para la
Libertad. …
Así
terminó por ocultarse en un rayito de Sol. El Egoísmo en cambio encontró un
sitio muy bueno desde el principio. Ventilado, Cómodo, pero solo para el. La
Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se
escondió detrás del arco iris) y la Pasión y el Deseo en el centro de los
volcanes. El Olvido no recuerdo donde se escondió, pero eso no es lo
importante.
Cuando
la Locura estaba por el 999,999, el Amor aun no había encontrado sitio para
esconderse, pues todo se encontraba ocupado hasta que divisó una rosa y,
enternecido, decidió esconderse entre sus flores.
—
Un millón, contó la Locura y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue la
Pereza solo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó a la Fé discutiendo
con Dios sobre zoología. Sintió vibrar a la Pasión y el Deseo en los volcanes.
En un descuido encontró a la Envidia y, claro pudo deducir donde estaba el
Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo. El solito salió disparado de su
escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar, sintió
sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Con la Duda resultó ser mas
fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aun de que
lado esconderse. Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba
fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris…
(mentira, estaba en el fondo del océano) y hasta al Olvido, a quien ya se le
había olvidado que estaba jugando a las escondidas.
Solo
el Amor no aparecía por ningún sitio. La Locura buscó detrás de cada árbol,
bajo cada arroyuelo del planeta y en la cima de las montañas. Cuando estaba a
punto de darse por vencida, divisó un rosal. Tomó una horquilla y comenzó a
mover las ramas, cuando de pronto, se escuchó un doloroso grito. Las espinas
habían herido al Amor en los ojos. La Locura no sabía que hacer para
disculparse. Lloró, Rogó, Imploró, Pidió perdón y hasta prometió ser su
lazarillo.
Desde
entonces, desde que por primera vez se jugo a las escondidas en la Tierra… “El
Amor es ciego y la Locura siempre lo acompaña!”
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